Muy posiblemente, existe una definición de yoga por cada linaje, maestro y practicante disciplinado de este método trascendental, de más de 5,000 años de antigüedad. Etimológicamente, la palabra yoga proviene de la raíz sánscrita "yug", que significa unir, atar. La palabra "yug" es polisémica, por lo que también significa método, disciplina, sistema.

El yoga es un cuerpo de conocimientos empíricos que postulan una metodología, cuya práctica conduce al yogui a trascender su condición de existencia cotidiana y expandir su nivel de conciencia: comprenderse a sí mismo y a su relación con el Cosmos, a través de una visión más vasta, unificadora y significativa para su desarrollo espiritual. Desde esta perspectiva, una persona no “hace” yoga, una persona ES a través del yoga.

El yoga no es meramente ejercicio para el cuerpo, es un ejercicio para la mente, el espíritu, para experimentar la vida plenamente. La cima de la práctica del yoga nos permite acceder a percepciones y observaciones cada vez más sutiles, después de dar los primeros pasos: relajar el cuerpo y sus centros nerviosos, controlar las emociones y enfocar la mente. Una vez dominados estos estados iniciales, comienza la verdadera aventura del yoga.

Bajo esta perspectiva, el yoga es un sistema integrador del Ser, que aporta al practicante una pausa dedicada a sí mismo, lejos de su absorbente problemática diaria, para vivir el valioso momento presente sin cargar más el pasado sobre los hombros y sin temor al futuro. Estar presente es experimentar el estado de yoga, es decir, centrar y unir sin distracción la mente, el cuerpo, emociones y espíritu, en una sola dirección: darse cuenta.

Una experiencia profunda del sí mismo, eso es yoga.