Un error común basado en la ignorancia es confundir al yoga con una religión. Es pertinente aclararlo, el yoga no es una religión. 

Ciertamente, el yoga tiene sus raíces geográficas y filosóficas en el Tibet y la India. Sus orígenes fluyen en la literatura védica y en la épica hindú, muy particularmente en: 1) el Bhagabad Gita (que a grosso modo es la charla entre Krihsna y su alumno Arjuna antes de la batalla, donde se exponen los tipos de yoga y cómo se practican, el impacto de nuestras acciones y de nuestra forma de ver de la vida, enmarcado por su mensaje anecdótico: el porqué no se debe evadir el cumplimiento de nuestro deber en la vida o dharma), 2) la visión del Samkhya y 3) la filosofía tántrica (que ve como sagrado muchos actos que otras tradiciones ven como comunes), entre otras fuentes. Si el yoga hubiera nacido en otra geografía, sus influencias provendrían de la forma de pensar de la cultura origen. Pero este hecho es imposible, pues el yoga es más antiguo que casi cualquier cultura o religión viva (hay sellos de piedra mostrando posturas de yoga con una antigüedad de 5000 años). Según algunas fuentes, su sabiduría es primigenia.

No obstante, a pesar de estos antecedentes, el yoga no es exclusivo de la India o el Tibet. El yoga pertenece a la humanidad. Así lo vieron los maestros que lo trajeron a occidente. 

Esta disciplina trabaja tu cuerpo para perfeccionarlo, tu energía vital para hacerla fluir de forma eficaz (sin bloqueos), tu control emocional, tu concentración mental, la expansión de tu conciencia para ver más allá de lo evidente, entre otros aspectos, ¿no te parece interesante? El yoga no es una religión, pero es una disciplina espiritual, pues cultiva el crecimiento en esa dirección sin seguir un dogma. La mayoría de las escuelas y estudios en occidente llegan hasta este punto. Creo que la búsqueda espiritual es un sendero personal, un dharma, que el practicante anda solo o con su maestro (aunque en realidad nunca está solo). Krishnamurti diría que el maestro está dentro de ti, por lo que debes dirigir tu atención hacia tu interior y no ceder ese rol a ningún dogma, institución o persona.